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El coltán es
una mezcla de minerales tan valiosa y escasa que ha provocado el mayor número
de muertes después de la Segunda Guerra Mundial (5,5 millones de personas) en
una guerra que comenzó en 1998, cuando el ejército ruandés, con el pretexto de
proteger a la población tutsi del Congo ( Consecuencia del Genocidio de Ruanda), invadió el país, y hoy en
día se disfraza de rebeldes para conseguir el control de los grandes
yacimientos de estos minerales que posee la zona.
La respuesta es la corrupción tan extendida que hay en el país, que provoca que la mayor parte del coltan se venda mediante contrabando por lo que encontramos un país descontrolado en el que las mismas personas antes llamadas “rebeldes”, que aterrorizaban a la población asesinando a inocentes, violando a las mujeres y cometiendo atrocidades, son las mismas que controlan las explotaciones de las minas.
La razón de que este mineral sea tan ansiado por todos hasta el punto de
cometer tal atrocidad, es que el coltán es utilizado para la fabricación de las
llamadas “nuevas tecnologías”, como los móviles, las pantallas de plasma, los
Gps, las videoconsolas, cámaras de fotos, instrumental médico, e incluso armas.
Pero, ¿Cómo es posible que en el país en el que se concentra el 80% de
reservas del mundo de un recurso tan valioso, todos se enriquezcan menos los
propios congoleños?
La respuesta
es la corrupción tan extendida que hay en el país, que provoca que la mayor
parte del coltán se venda mediante contrabando, por lo que encontramos un país
descontrolado en el que las mismas personas antes llamadas “rebeldes”, que
aterrorizaban a la población asesinando a inocentes, violando a las mujeres y
cometiendo atrocidades, son las mismas que controlan las explotaciones de las
minas.
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La respuesta es la corrupción tan extendida que hay en el país, que provoca que la mayor parte del coltan se venda mediante contrabando por lo que encontramos un país descontrolado en el que las mismas personas antes llamadas “rebeldes”, que aterrorizaban a la población asesinando a inocentes, violando a las mujeres y cometiendo atrocidades, son las mismas que controlan las explotaciones de las minas.
El conflicto no es solo interno, también podemos achacar este problema a
las industrias del primer mundo que no solo permiten que todo esto ocurra, sino
que aprovechan esta situación para contribuir al contrabando y todas las
ilegalidades que se están cometiendo. Ya no solo el número de muertes causadas
por esta guerra, también debemos sumarle todas las personas que han muerto
explotadas en las minas a causa de los trabajos forzosos o de respirar gases
carbónicos, además de las demás violaciones de derechos humanos que se están
produciendo.
Las Naciones unidas lleva años interviniendo en el conflicto de forma
indirecta mediante La MONUSCO, misión de paz que lleva a cabo en el Congo.
Aunque es públicamente cuestionado por los congoleños, algo que se puede corroborar
ya que La ONU ha tenido que reconocer al menos en una ocasión que ha fallado en
su misión de proteger a la población.
La conclusión es que si no logramos parar el tráfico ilegal de minerales no
podremos parar los asesinatos y violaciones de los derechos humanos que se
están produciendo en el Congo y de una forma o de otra es posible que poner fin
a todo esto esté en nuestras manos.
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